Tiempos difíciles éstos donde la insatisfacción o los miedos acumulados nos atenazan llenándonos de tristeza y de sufrimiento. Las diferentes escuelas dedicadas a la ayuda y al bienestar psíquico compiten o colaboran entre ellas, para dar soluciones a esos momentos críticos en los que cada vez más personas parecen atrapadas. Hoy, quiero proponer una técnica, que podría ayudar a superar los momentos puntuales de miedo y de angustia.
Una técnica para relajar el ánimo podría ser ésta de dejarse ir..., o dejarse llevar.
Dejarse ir implica no poner resistencia, tampoco hay que huir del mal momento; al contrario, se trata de acompañarlo, de seguirlo, de estar presente con él el tiempo que dure, como un espectador hasta que desaparezca. No dura mucho, haz la prueba y veras como cesa la presión, como cae el peso. Respira profundamente y sentirás el alivio, una liberación inesperada. El dejarse ir implica ser consciente de ese sentimiento, dejarlo crecer, dejar que el sentimiento esté ahí, acompañarlo y finalmente dejar que se desgaste y desaparezca.
Se trata de un mecanismo real de la mente y todo el mundo lo ha experimentado en alguna ocasión. Un buen ejemplo es el siguiente: estás en medio de una intensa discusión; estás enfadado, molesto, cuando de repente ves que todo es absurdo, ridículo, ajeno, y..., dándote cuenta comienzas a reír. La presión que sentías se alivia, el enfado y el miedo van desapareciendo, la sensación de sentirte atrapado se disuelve. Esta ráfaga iluminadora amplia la visión le da la vuelta y te relaja.
No es un sentimiento, tampoco una emoción, es una ráfaga de luz breve e intensa que ilumina ciertas situaciones dándoles consciencia. A través de ella la angustia se deshace, la opresión desaparece, todo se hace más ágil, más alegre, el aire vuelve a inundar los pulmones y las preocupaciones se toman un respiro.
Hazlos conscientes, no huyas, verás que no es tan grave y que al poco se disuelven.