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lunes, 2 de octubre de 2017

INDIA, EL PAÍS DE LA COMPASÓN Y LA NO VIOLENCIA.

     Acabamos de volver de India, y aún no hemos asimilado todo lo visto y vivido allí. La sensación es agridulce: el caos de trafico en las grandes ciudades nos estresó sobre manera. La belleza y la diversidad de su cultura nos dejo sorprendidos y también cautivados. Pero quizás fue la tan visible pobreza, la basura acumulada, la convivencia estrecha entre animales: vacas, monos..., personas, y la diversidad de creencias y religiones de sus habitantes lo que más impacto nos causó. Cuando me preguntan si me gustó la India, ¿qué decir?. Uno no puede salir indemne de su visión, de su paso por ella, no es posible hacerlo. Y me gustaría hacer una reflexión sobre este gran país.
  
Todo empezó aquí, en el aeropuerto, Indira Gandhi en Delhi.

      
       Nuestro primer día en Delhi ha sido agotador. Llegamos al hotel  a las tres de la madrugada. La burocracia, los controles de seguridad en el aeropuerto son insufribles. Horas y horas de espera para que dos funcionarios tomen huellas de todos nuestros dedos, nos revisen el pasaporte por tercera o cuarta vez y te den finalmente el visto bueno. Hasta les sonríes agradecida cuando te permiten salir al vestíbulo. Allí cambias algo de dinero para los primeros gastos y sales corriendo en busca del taxista que tenía que llevarnos al hotel. En fin, que hemos dormido poco y mañana tenemos que coger el tren temprano hacía el Rajastán. Hemos desayunado en la terraza y al terminar, la agencia misma del hotel se ha encargado de: cambiarnos más dinero, de sacarnos los billetes de tren y de proporcionarnos un taxi-guía para recorrer la ciudad de forma rápida y cómoda. Me asusto al ver como ha disminuido nuestro dinero en la media hora que  llevamos allí sentados. Te gestionan todo y esta muy bien pero sus comisiones son sustanciosas. Con todo, fue una buena experiencia. El tren era rápido, moderno y con servicio de comidas incluido. A pesar de tantas comodidades terminamos cansados y con ganas de volver al hotel.
    

Un templo de los muchos que visitamos ese día


Este último es el de los Sikh. Está muy concurrido y es el más bonito
     
El lago y su claustro de mármol blanco nos impresiona

Desde el Parlamento Hindú . Al fondo la Puerta de la India
Aquí junto a la famosa puerta de la India


Los jardines y el templo de Lodi


     
Templo del Loto, uno de los más modernos, que pretende la unión de todas las religiones.

También los budistas tienen cabida aquí.


    

     Creo que este año se cumplen setenta de su independencia. Gracias el gran maestro pacifista, Gandhi que con su filosofía de la no violencia, puso en jaque-mate al establishment político del imperio  británico. ¡Setenta ya! No sé como se vivía en India bajo el dominio británico pero viendo la ciudad y los barrios populares falta mucho por hacer. ¿A dónde han ido aquellos ideales de respeto convivencia entre religiones? ¿A dónde la abolición de las castas, la justicia social, la renovación ética y moral del ser humano? ¿La liberación de la comunidad india, el freno a los abusos de los brahmanes? ¿A Dónde fueron a parar aquellos ideales que conmovieron al mundo, si setenta años después aún nos encontramos a la gente durmiendo en las calles, harapientos, descalzos y mendicantes? Sólo es una reflexión que me hago a mi misma. No pretendo juzgar a nadie, quién soy yo para hacerlo. Pero no me ha gustado ver tanta pobreza, tanta gente desvalida viviendo en la calle. Sé que India es una gran potencia, otro gigante asiático a punto de eclosionar tanto a nivel económico como humano y por lo mismo, sus habitantes son merecedores de mejor tención.

El lago interior y sus mármoles me encantaron.