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miércoles, 28 de noviembre de 2018

CUENTOS DE LA TIERRA MEDIA, TOLKIEN.


 EL MARINO ERRANTE



Había un viajero alegre,
un mensajero y marino:
construyó de oro una góndola
para errar a su capricho,
con naranjas amarillas
y gachas por provisión;
la perfumó con lavanda,
mejorana y cardamón.

  
Al viento de los cargueros
le pidió que lo llevara
por los diecisiete ríos
interpuestos en su marcha.
Desembarcó solitario
donde corre pedregoso
sobre guijarros el Huerva.
A la Tierra de la Sombra
llegó, cruzando los prados,
bajo y sobre las colinas
y por caminos cansados.

Se sentó, y entonó un canto,
demorado en su misión;
y al ver a una mariposa
por esposa la pidió.
Ella, hermosa y despreciándolo,
le devolvió escarnio y burla;
así, pues, estudió hechizos
largos años, forja y runas.

Con gemas formó collares,
pero ella las derrochó
y dio en disputas amargas;
triste, entonces, se alejó
y la dejó marchitándose
mientras trémulo partía,
seguido de un huracán,
con alas de golondrina.

Y pasó los archipiélagos
donde hay montes de oro mágico,
caléndulas, e incontables
fuentes de suaves murmullos.
Se entregó a pillaje y guerra,
corsario en costas perdidas.
 Combatió a los avispones,
a las moscas y a los chinches,
por Romanos campeó,
por Fransuela y Fantasía.