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miércoles, 28 de noviembre de 2018

DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS


       Aunque siempre se ha dicho que “nada es para siempre”, hasta el 22 de junio de 1981, el matrimonio en España era para toda la vida. Después de un intenso enfrentamiento entre el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y la Iglesia Católica, el Congreso aprobó la primera Ley del Divorcio, que entró en vigor con la actual Constitución. La ley fue posible gracias a la labor del ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez, quien la defendió con estas palabras: “No podemos impedir que los matrimonios se rompan, pero sí podemos impedir el sufrimiento de los matrimonios rotos”. Es difícil saber cuántas parejas han dejado de serlo desde entonces, y mucho menos si las que permanecen unidas son felices, dato que, según el psicólogo y escritor Walter Riso, sería el más relevante.
   
      Lo importante no es que un matrimonio celebre las bodas de oro o de plata, “sino que el tiempo que estén juntos sean años de felicidad”, puntualiza el psicólogo.

      Esta afirmación resulta bastante habitual escucharla entre las parejas que han cumplido las bodas de plata. “Llegar a celebrar 25 años de matrimonio es todo un éxito que radica en saber superar los problemas juntos, con tolerancia y cariño”, explica Eva Sellés, psicóloga en la agencia matrimonial Álter Ego (Madrid). “Una pareja no dura porque no tenga problemas, sino porque sabe cómo resolverlos. Basta con que acepten sus diferencias y que se amen a pesar de ellas”, concluye Sellés. Así lo corrobora Asunción Jiménez, quien asegura que, a pesar de las dificultades, “no cambiaría ni un ápice” lo acontecido a lo largo de su matrimonio.


     Aunque pensemos que no hay obstáculo que no seamos capaces de superar si estamos enamorados, según el psicólogo Walter Riso, el amor no es suficiente. "Y, además, no siempre significa realización. Hay cosas más importantes, como la dignidad personal. Cuando uno de los miembros de la pareja comienza a negociar con sus principios de vida, la relación entra en un proceso de deterioro”, advierte. “Por eso es imprescindible que ambos desarrollen un individualismo responsable donde cada uno tenga su propio espacio. Las parejas superpuestas no funcionan, pero las extremadamente independientes, tampoco. Muchas parejas se creen así y, en realidad, son indiferentes”, sostiene. “Que el otro te resulte transparente, que no te importe lo que piense, que su dolor no sea el tuyo... Eso es lo que destruye un matrimonio”, concluye el psicólogo.
Y la indiferencia no es la única amenaza que identifica Riso, también la falta de respeto, la ausencia de ternura o la incapacidad para comunicar nuestros sentimientos pueden minar una relación. Por su parte, Enrique Orquín, párroco en San Isidro de Benagéber (Valencia) y director de la Escuela de Novios Galilea, no duda en señalar la inmadurez y el miedo a la soledad como dos de los escollos que una pareja debe salvar. “He visto cómo muchos hombres y mujeres se conforman con las migajas de una relación antes que estar solos”, asegura el sacerdote. Y ahí no acaba la cosa, “el estrés diario y, sobre todo, la rutina también contribuyen a ponernos las cosas difíciles en esto del amor”, añade la psicóloga Eva Sellés.
     Afortunadamente, frente a este tropel de amenazas, los expertos señalan otras tantas herramientas que nos ayudan a salir a flote cuando los problemas llegan. Como el mantenimiento de una confianza férrea en el otro, el deseo y las ganas de pasar tiempo con tu pareja, o como diría Riso, “ver a tu pareja como si fuera tu postre favorito”. También Orquín aporta algunos recursos frente al desamor, como expresar en voz alta nuestros sentimientos o romper la rutina diaria con pequeñas “locuras” para reír juntos.
     Y es que el sentido del humor es una pieza imprescindible en este engranaje. Reírse de las mismas cosas es una especie de instrumento de medición que nos revela el grado de afinidad que tiene una pareja. Con esta claridad lo expresa Riso: “Si tienes que explicarle el chiste a tu pareja, será mejor que vayas buscando un abogado”.
     Parece, por tanto, que el amor es solo un ingrediente más en la misteriosa fórmula que mantiene unidas a las parejas, y que el erotismo, la amistad, la ternura y el sentido del humor son claves para que esa unión, además de larga, sea feliz.