LO QUE, JOSÉ MÚJICA, DIJO AL MUNDO SOBRE EL CONSUMO, EL DERROCHE Y EL MEDIO AMBIENTE, TIENE TODO EL SENTIDO EN ESTAS FECHAS NAVIDEÑAS.
El consumo y el despilfarro de las
sociedades ricas, me lleva a esta pregunta: ¿qué le pasaría a este
planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por
familia que tienen los alemanes o los españoles?
¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro: ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discurso? Hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo; la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y esta globalización, que significa mirar por todo el planeta.
¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos
gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que
“estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia
despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por
el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud
de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política.
El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que
las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida. Porque
no venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en
general.
Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se
nos va. Y ningún bien vale como la vida y esto es lo elemental. Pero
si la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir
un “plus” y la sociedad de consumo es el motor, -porque, en
definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si
se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para
cada uno de nosotros- pero ese hiper consumo es el que está
agrediendo al planeta. Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa
de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una
lamparita eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas
encendida. ¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100 mil horas
encendidas! Pero esas no se pueden hacer porque el problema es el
mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una
civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un
círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político que nos están
indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura.
Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el
mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado.
Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que
tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores –Epicuro,
Séneca o incluso los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene
poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más”.
Esta es una clave de carácter cultural.
Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo, “rechinan”.
Pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y de la
agresión al medio ambiente no es la causa.
La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que
tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos
naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones de
habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del
mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es
exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura y
casi el 90% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de
trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6
horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que
antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la
moto, el auto, y pague cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es
un viejo reumático –como yo- al que se le fue la vida.
Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida
humana? Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no
puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la
felicidad humana; del amor arriba en la Tierra, de las relaciones
humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo necesario y
elemental.
Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que tenemos,
la felicidad. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que
recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad
humana.
Gracias.
"Pepe Mújica en Río+20"