EL AMOR POR LA VIDA ES HOY PROTEGER LA BIOSFERA.

     El mundo vivo se encuentra en una situación desesperada. Está sufriendo un rápido declive en toda su diversidad. La contaminación, el calentamiento global, el gran número de especies en peligro o extintas, la degradación de los espacios naturales, ríos, humedales..., son la prueba más evidente del desequilibrio del planeta. Algunas medidas económicas relacionadas con la ecología podrían ayudar pero el daño sufrido es casi irreparable.

 

     Para Edwad Wilson, padre de la biodiversidad, sólo un cambio radical de comportamiento en nuestra forma de vivir y un mayor compromiso con el resto de la vida podrán afrontar  este reto, el mayor del siglo. Nacimos en los territorios naturales. Nuestras civilizaciones se construyeron en ellos. La naturaleza es un patrimonio de todos los habitantes de la tierra. Los millones de especies que aún sobreviven son nuestros parientes filogenéticos. Su historia es también la nuestra. A pesar de nuestras pretensiones y fantasías, somos una especie biológica ligada a un mundo biológico. Millones de años de evolución están codificados en nuestros genes.

    Si tenemos en cuenta que la biosfera ha tardado casi cuatro mil millones de años  en construir este hermoso mundo que habitamos, no podemos tirarlos por la borda sobreexplotando los recursos y dañando lo que tantos años a costado construir. Sólo conocemos una parte de la complejidad de sus especies y del modo en que trabajan juntas para crear el equilibrio sostenible que recién empezamos ahora a comprender. Nos guste o no, estemos o no preparados, somos los responsables y los guardianes (al menos a mi así me lo parece) del mundo vivo. Nuestro futuro y el de todos los seres vivos depende de que entendamos eso. Hemos recorrido un camino muy largo a través del periodo bárbaro en el que aún vivimos, pero es necesario adoptar un nuevo precepto con respecto al resto de la vida. Es sencillo: no dañemos y protejamos más la biosfera.