El blog de Teresa. teresamonterde.blogspot.com

jueves, 30 de enero de 2020

AGUARDANDO LA PRIMAVERA


Estoy preparada para la primavera, pero aún no llega.

                                                           Todavía no.

La tierra, empapada por la lluvia caída, germinará las semillas en su vientre.
                                                           Un año más.
 

La flores del almendro, violetas, y amapolas esparcirán su aroma por los campos.

                                                           Ya lo verás.





Hermoso es el olivo con sus perennes hojas.

 

La poda del invierno sus ramas recorto.

 

Arraigado a la tierra,

 

sabe cuando dar frutos y cuando echar la flor.

 


                          







ORFEO Y EURIDICE: UNA HISTORIA DE AMOR

    

     

 

     La historia más conocida sobre Orfeo es la que se refiere a su esposa Eurídice, que murió al ser mordida por una serpiente mientras paseaba. Consternado por el dolor, Orfeo tocó canciones tan tristes y cantó tan lastimeramente que todas las ninfas y todos los dioses lloraron con él, y le aconsejaron que descendiera al inframundo en busca de su amada. Camino de las profundidades del inframundo, Orfeo tuvo que sortear muchos peligros.

   Empleando su música, hizo detenerse los tormentos del inframundo (por primera y única vez), y llegado el momento, ablando los corazones de Hades y de su esposa Perséfone. Éstos permitieron a Eurídice que volviera con Orfeo al mundo de los vivos, pero con la condición de que él caminase delante de ella y no mirase atrás hasta que hubieran alcanzado el mundo superior y los rayos de sol bañasen su cuerpo.

    Cuando finalmente Orfeo y Eurídice llegaron a la superficie, Orfeo
volvió la cabeza para ver a su amada, pero ella todavía no había
sido completamente bañada por los rayos solares, aún tenía un pie en el camino del inframundo, así que, al mirarla, se desvaneció en el aire, y esa vez fue para siempre.

 

 


lunes, 20 de enero de 2020

"LA VOLUNTAD LIBRE" DIARIOS DE FERNANDO PESSOA.

     A cada paso, siento avanzar el tiempo sobre mi.   
  El odio a las instituciones, a las convenciones, incendió mi alma con su fuego. El odio a los padres y a los reyes creció en mí como un torrente desbordante. Yo era un cristiano ardiente, fervoroso, sincero; mi naturaleza sensible, emotiva, pedía fuego para su hambre, alimento para su fuego. Pero cuando miré a aquellos hombres y mujeres dolientes y débiles, me di cuenta de que no merecían la prolongación de su infierno. ¿Qué mayor infierno que esta vida? ¿Qué maldición más dura que esta vida? "La voluntad libre", me dije a mi mismo, "es otra convención y otra falsedad que los hombres han inventado para poder castigar y torturar bajo el amparo de la palabra justicia, que es un nombre que oculta la palabra crimen. 
    No juzguéis, dice la biblia, la biblia: no juzguéis y no seréis juzgados"
 

 

     Mientras era cristiano creía que los hombres eran responsables del mal que hacían; odiaba a los tiranos, maldecía a los reyes y al clero. Cuando me libré de la inmoral, de la falsa influencia de la filosofía de Cristo, odié la tiranía, la monarquía, el sacerdocio: el mal en sí mismo. De los reyes y del clero tuve lastima, porque ellos mismos son hombres.
    Diez mil veces se partió mi corazón dentro de mí. No puedo contar los sollozos que me emocionaron, los dolores que consumieron mi corazón.

    Y sin embargo, también vi otras cosas que me llenaron los ojos de lágrimas y me agitaron como como una hoja olvidada. Vi hombres y mujeres que entregaban su vida, sus esperanzas, todo, por los demás. Vi actos de una entrega tan grande que me hicieron llorar lágrimas de alegría.