A cada paso, siento avanzar el tiempo sobre mi.
El odio a las instituciones, a las convenciones, incendió mi alma con su fuego. El odio a los padres y a los reyes creció en mí como un torrente desbordante. Yo era un cristiano ardiente, fervoroso, sincero; mi naturaleza sensible, emotiva, pedía fuego para su hambre, alimento para su fuego. Pero cuando miré a aquellos hombres y mujeres dolientes y débiles, me di cuenta de que no merecían la prolongación de su infierno. ¿Qué mayor infierno que esta vida? ¿Qué maldición más dura que esta vida? "La voluntad libre", me dije a mi mismo, "es otra convención y otra falsedad que los hombres han inventado para poder castigar y torturar bajo el amparo de la palabra justicia, que es un nombre que oculta la palabra crimen.
El odio a las instituciones, a las convenciones, incendió mi alma con su fuego. El odio a los padres y a los reyes creció en mí como un torrente desbordante. Yo era un cristiano ardiente, fervoroso, sincero; mi naturaleza sensible, emotiva, pedía fuego para su hambre, alimento para su fuego. Pero cuando miré a aquellos hombres y mujeres dolientes y débiles, me di cuenta de que no merecían la prolongación de su infierno. ¿Qué mayor infierno que esta vida? ¿Qué maldición más dura que esta vida? "La voluntad libre", me dije a mi mismo, "es otra convención y otra falsedad que los hombres han inventado para poder castigar y torturar bajo el amparo de la palabra justicia, que es un nombre que oculta la palabra crimen.
No juzguéis, dice la biblia, la biblia: no juzguéis y no seréis juzgados"
Diez mil veces se partió mi corazón dentro de mí. No puedo contar los sollozos que me emocionaron, los dolores que consumieron mi corazón.
Y sin embargo, también vi otras cosas que me llenaron los ojos de lágrimas y me agitaron como como una hoja olvidada. Vi hombres y mujeres que entregaban su vida, sus esperanzas, todo, por los demás. Vi actos de una entrega tan grande que me hicieron llorar lágrimas de alegría.
Y sin embargo, también vi otras cosas que me llenaron los ojos de lágrimas y me agitaron como como una hoja olvidada. Vi hombres y mujeres que entregaban su vida, sus esperanzas, todo, por los demás. Vi actos de una entrega tan grande que me hicieron llorar lágrimas de alegría.