El artista más importante de Holanda nació en 1606 en un pueblo llamado Leida. Ningún otro pintor fue capaz de jugar con la luz y con las sombras como lo hacía Rembrandt.
Enseguida se hizo popular como pintor y decidió marchar a la próspera ciudad de Ámsterdam, en donde encontró el amor de su vida y se casó allá por el 1.636 con Saskia van Uylenborch.
A pesar de ser un artista de gran talento y muy respetado,
Rembrandt vivió los últimos años de su vida en condiciones
pésimas. Saskia, su esposa bien amada, murió y las grandes deudas contraídas por
Rembrandt le obligaron a vender su casa y sus posesiones. La suerte no le acompañaba. Varios años
después, su amante, Hendrickje Stoffels, y su hijo Titus también
fallecieron. Es triste saber que uno de los grandes pintores, si no el más grande, murió en la miseria. Corría el año 1669.
El gran Rembrandt, el maestro de la luz y la belleza, murió solo, abandonado por todos y en absoluta miseria. Triste nos parece ahora, e injusto también, que una vida dedicada a la belleza tenga un final tan solitario e infeliz. La vida no suele ser como nos gustaría, sino como es, y aún así o por lo mismo nos parece preciosa.