En un paso fronterizo
entre España y Portugal tuvimos la agradable sorpresa de
encontrarnos con un bosque de robles. Una zona húmeda y umbrosa que
nos dejo sorprendidos y encantados. Por un momento creímos estar en
el mundo perdido de los cuentos y leyendas, donde la naturaleza se
había vuelto espesa y nubosa cubriendo un espeso bosque de viejos
robles. Habíamos llegado al Parque Nacional del Gerés.
Pondré unas fotos para
que os podáis hacer una idea del lugar.
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Momentos de reflexión |
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Aguas limpias y frescas. |
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Un baño de pies después del baño de bosque |
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Parque Nacional del Gerés. |
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Las sierras recortan el horizonte azul con los colores del granito. Alrededor de este núcleo
rocoso, que brota en las cumbres erosionadas de miles de años, ha echado raíces
un bosque inmenso. Atlántico por la humedad, mediterráneo por
temperatura. Aquí llueve más de cien días al año y el agua corre por todos lados.
Es una de las reservas boscosas mayores de Europa.
"Recientemente la UNESCO la ha declarado Reserva de la Biosfera, por la variedad de sus ecosistemas de bosque y turbera, así como
por el considerable número de especies endémicas que crecen bajo la influencia
conjunta de un clima oceánico y mediterráneo”.
Robles, castaños, abedules, helechos y un sinfín de flores y de plantas que desconozco, crecen juntas y en equilibrio. El lugar consigue ser, sin proponerlo, un espacio relajante y único
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Los helechos recubren un tronco muerto. |
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La belleza de la vida vegetal. |
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Una vaca enorme nos salio al encuentro. |