La buena vida vuelve a la tierra
Exclaman las ménades, sátiros, ninfas, al paso de Dioniso/Baco. Tanto en Grecia como en Roma ¡¡EVOHÉ!! Es el grito de júbilo y alegría ante el dios que mitiga el dolor y provoca el olvido.
A mediados de marzo, cuando termina el invierno y la vida vuelve a la Tierra, tienen lugar los festejos. Dioniso sale de la tierra como Perséfone y Deméter y son aclamados por todos sus seguidores. Durante varios días la fiesta no tiene fin. Se come y se bebe sin freno, celebrando la vida y la abundancia que ésta genera.
La naturaleza renace y el esplendor de la vida lo llena todo. Los hombres y las mujeres de la Tierra se sienten de nuevo contentos por el acontecimiento y dan gracias: ¡¡Evohé, evohé!! Se acabo el doloroso invierno, la buena vida ha regresado. Que empiece el carnaval. Las mujeres salen a los montes, a los caminos, bailan y beben y esperan tener relaciones amorosas con los dioses y ser fertilizadas por ellos.
El investigador Barry Powell cree que las nociones cristianas de comer y beber la «carne» y la «sangre» de Cristo fueron influidas por el culto a Dioniso.
La Tribu de Rorro, amiga de fiestas, jaranas y demás, conmemora la llegada de la primavera, del buen tiempo, y al igual que los antiguos decide tomar este grito de alegría ¡¡Evohé!! como seña de identidad.
Que el dios de la vid y de la yedra, del delirio, del entusiasmo y del éxtasis, nos proporcione la alegría y nos acompañe siempre.
¡¡Evohé!!, será a partir de ahora nuestro grito festivo y entusiasta.