NACER, CRECER, MORIR; HE AQUÍ UN CAMBIO CONSTANTE DE LA VIDA.
Como bajeles perdidos en la noche de los tiempos navegan nuestras vidas. Son muchos los que aseguran que el descontento y la insatisfacción son el principal motor de cambio en la historia. No seré yo quien lo ponga en duda. Todo cambia, todo se desvanece, es ley de vida. Con el paso del tiempo vemos como se transforma todo; lo nuevo se hace viejo, los niños crecen sin parar, los jóvenes... apenas tienen tiempo de saborear la plenitud, y los problemas van cambiando según las circunstancias y los tiempos.
Con la obra de Fausto ha ocurrido algo parecido. Lo que ayer fue considerado una extravagancia demoníaca, solamente tolerada por la gran reputación de Goethe, hoy gracias a la ciencia, a la modernidad, y al "espíritu de los tiempos" ha perdido tal connotación. Tanto aquí en Occidente, como en el resto del mundo, hombres y mujeres consideran normal preguntarse, interrogarse sobre ellos mismos y sobre la vida que les toca vivir, a fin de entenderse sin escindirse. A estos ajustes de reflexión, se suele llamar crisis existencial; y lejos de ser considerada patológica, dicha crisis forma parte de lo que hoy llamamos crecimiento vital o personal.
Al igual que Fausto, son muchos los jóvenes y los no tan jóvenes también, a quienes, en medio de la noche encontramos hablando consigo mismos. Normalmente, el que habla es joven, pobre, sin experiencia: El Fausto de Goethe en cambio, es un hombre maduro ya, se le reconoce y estima como doctor, hombre de ciencia, profesor, pero igualmente insatisfecho. Lo encontramos rodeado de libros hermosos y raros, manuscritos, pinturas e instrumentos científicos. Y sin embargo, todo lo que ha obtenido le suena a hueco, todo lo que lo rodea tiene el aspecto de un montón de morralla. Habla interminablemente consigo mismo y dice que no ha vivido en absoluto.
Lo que hace que Fausto sienta sus triunfos como trampas es que hasta ahora todos ellos han sido triunfos del mundo interior. Durante años, tanto mediante la meditación como la experimentación, la lectura de libros, no olvidemos que es un humanista en el sentido más verdadero; nada humano le es ajeno, ha hecho todo lo que estaba a su alcance para cultivar su capacidad de pensamiento. Y sin embargo cuanto más se ha expandido su mente, más profunda se ha hecho su sensibilidad, más aislado se encuentra y más se ha empobrecido su relación con la vida exterior, con las demás personas, con la naturaleza e incluso con sus propias necesidades y poderes activos. Su cultura se ha desarrollado apartándole de la totalidad de la vida.
La obra de Fausto forma parte ya del imaginario colectivo, es una continua reflexión en el tiempo, que cada uno de nosotros hacemos en un momento determinado de nuestra vida. Para muchos, y en determinados momentos, la vida se nos antoja angosta y sin brillo. Entonces es cuando se hace necesaria la reflexión y el dialogo con nosotros mismos. Emprender la búsqueda "DE LAS MIL Y UNA COSAS QUE SE NOS HAN IDO ESCAPANDO" a lo largo de la vida y los años; del equilibrio perdido "NO SE SABE CUANDO", y que hoy se hace imprescindible recuperar para seguir viviendo. En esa tarea andamos todos, jóvenes y viejos, sanos o enfermos, locos, tímidos, triunfadores o vencidos; todos en busca de ese equilibrio constantemente amenazado con los cambios, y... que se desvanece apenas conseguido.
Lo que hace que Fausto sienta sus triunfos como trampas es que hasta ahora todos ellos han sido triunfos del mundo interior. Durante años, tanto mediante la meditación como la experimentación, la lectura de libros, no olvidemos que es un humanista en el sentido más verdadero; nada humano le es ajeno, ha hecho todo lo que estaba a su alcance para cultivar su capacidad de pensamiento. Y sin embargo cuanto más se ha expandido su mente, más profunda se ha hecho su sensibilidad, más aislado se encuentra y más se ha empobrecido su relación con la vida exterior, con las demás personas, con la naturaleza e incluso con sus propias necesidades y poderes activos. Su cultura se ha desarrollado apartándole de la totalidad de la vida.
La obra de Fausto forma parte ya del imaginario colectivo, es una continua reflexión en el tiempo, que cada uno de nosotros hacemos en un momento determinado de nuestra vida. Para muchos, y en determinados momentos, la vida se nos antoja angosta y sin brillo. Entonces es cuando se hace necesaria la reflexión y el dialogo con nosotros mismos. Emprender la búsqueda "DE LAS MIL Y UNA COSAS QUE SE NOS HAN IDO ESCAPANDO" a lo largo de la vida y los años; del equilibrio perdido "NO SE SABE CUANDO", y que hoy se hace imprescindible recuperar para seguir viviendo. En esa tarea andamos todos, jóvenes y viejos, sanos o enfermos, locos, tímidos, triunfadores o vencidos; todos en busca de ese equilibrio constantemente amenazado con los cambios, y... que se desvanece apenas conseguido.