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lunes, 8 de febrero de 2016

EL VIAJE DE CARSTEN JENSEN


              TODOS SOÑAMOS CON SURCAR LOS MARES. 


Laurids le vio el culo a san Pedro. Voló hasta el cielo y estuvo ante las puertas del paraíso, pero volvió de allí, y su mente debió de sufrir algún daño. No es bueno para nadie estar en el umbral de la muerte y tener que regresar. Laurids debería haber muerto, pero como la muerte no lo quería, se convirtió en otra persona.

La playa de Marstal, Dinamarca
La historia comienza en tiempos de la guerra entre Prusia y Dinamarca, en 1848-1849. Inflamados de patriotismo, los habitantes de Marstal responden alegremente a la llamada de su rey, en calidad de marineros. El libro se extiende hasta la Segunda Guerra Mundial. A través de una serie de personajes inolvidables, hombres que se hacen a la mar, mujeres que esperan, niños que aguardan impacientes su turno de navegar y viejos que han regresado. Jensen, el autor encadena historias que van de lo épico a lo sentimental. Son historias entrelazadas de coraje, de amistad, de amor y de lealtad que te dejan emocionalmente embelesada, como si te revolcara una gran ola.

Un golpe de mar nos arrojó contra el arrecife. Se oyó un estruendo en todo el barco y el último mástil cayó por la borda tras unos bandazos. Una masa espumeante barrió la cubierta arrastrándome hacía la borda en su  camino de regreso al mar. El barco no volvió a enderezarse. Todo se despedazaba por momentos. Pronto no quedaría en el arrecife ni un rastro que diera testimonio de nuestro naufragio.

Vacilé antes de abandonar la cubierta. El mar ascendía y descendía sobre el arrecife. Sentí que una fuerza me arrastraba hacía abajo, y los afilados corales me raspaban los pies. Después, la presión del agua me empujó hacía arriba. Al emerger vi que la balsa estaba a solo un par de metros de mí. La alcancé con un par de brazadas, y los polinesios me ayudaron a subir. El arrecife submarino que había detenido el barco dejo pasar la balsa plana. Pronto nos hallamos en la vasta bahía, pero había calculado mal al creer podríamos sentirnos seguros. El arrecife rompía a medias el ritmo del oleaje, sin detener su avance. En la bahía las olas eran tan grandes como en el mar abierto.

La balsa montada a toda prisa, empezó a ceder. Las amenazadoras nubes de color violeta, habían apagado la luz del sol. La tormenta se hallaba en su apogeo, y la costa, aunque próxima, no nos proporcionaba ninguna protección. 


Entonces la ola rompió con el rugido de mil cascadas. La balsa desapareció de repente debajo de mí. Me precipité entre el cielo y el mar, que de pronto intercambiaron posiciones.

No puedo decir que todo se oscureciera; más bien todo se puso verde como el mar tropical. Pero sí que estuve lejos, en algún lugar perdido de la memoria donde nada sucedía. Cuando recuperé la conciencia estaba en brazos de uno de los polinesios.


Carsten Jensen nació en Marstal, Dinamarca, en 1952. Hijo del capitán de un buque de carga, Jensen se dió a conocer como periodista. Ha sido reportero en China, Camboya, Iberoamerica, las islas del Pacífico y Afganistan. Nosotros, los ahogados (2006) ganó el Danske Banks Litteraturpris, el más prestigioso premio literario danes.

Sucede con frecuencia que a un marino le preguntan por qué se ha quedado en tierra, éste siempre responderá que no se ha quedado en tierra, sino que había cambiado una cubierta pequeña por otra más grande. El mundo entero avanzaba igual que un barco en el mar, y la isla no era más que un barco en el infinito mar del tiempo, camino del futuro.
América, todos hablaban de América en aquellos años y muchos emigraron. Nosotros también zarpamos, pero no para siempre. En su tiempo construimos nuestras casas muy cerca unas de otras en la orilla de la playa, porque no había sitio para nosotros en ninguna otra parte. Los campos estaban ocupados por hacendados y campesinos. Nosotros sobrábamos. De modo que dirigimos la mirada hacia el mar. El mar era nuestra América, más extenso que cualquier pradera, tan indomable como el primer día de la Creación. No tenía dueño. 


El pueblo costero de Marstal, al sur del país, es conocido por sus aguerridos y expertos marinos, sus hijos surcaron todos los mares del mundo y trajeron con ellos historias y objetos maravillosos. El gorrión es el símbolo de Marstal y de sus marinos, ya que este humilde e insignificante pajarillo lo encuentras en todas partes. ¿Qué podía echar de menos Laurids Madsen en la pequeña metrópoli de Marstal? Podía sentarse en un banco junto al puerto y conversar con Chistian Aaberg, que fue el primer danés que atravesó África a pie, o con Nielsen que acababa de volver a casa tras pasar diez años en las costas de Japón.

En "Nosotros, los ahogados" Jensen nos narra con humor y realismo una serie de sucesos extraordinarios en el eterno afán de los hombres por conquistar lo desconocido.


Carsten Jensen, Nosotros, los ahogados. Salamandra, Barcelona, 2010. 698 pp