Cómo convertir cada vida en una obra de arte.
Las
familias que se sienten más satisfechas son las que tienen las
mejores relaciones interpersonales, dice el autor, y ese es un camino que se debería
explorar. Una célula sólo puede vivir si establece una conversación
con las células de alrededor, y al ser humano le ocurre lo mismo.
Una gran revolución en la
historia de la humanidad tuvo lugar cuando los hombres y las mujeres
comenzaron a hablarse y a escucharse. Las mujeres comenzaron a abrir
sus bocas y a no cubrir sus caras, a expresarse y a ser escuchadas.
Eso supuso que comenzásemos a conocernos mejor, porque en esos
terrenos es cuando descubres la verdad sobre la gente; en la vida
privada no puedes decir mentiras porque si lo haces queda destruida
del todo.
Cómo podrían hallar formas
menos convencionales de expresar su desaliento los despreciados, los
rechazados, los traicionados? ¿De qué modo las disputas entre, y
dentro de países, religiones y temperamentos podrían dar paso a
una nueva actitud frente al desacuerdo? ¿Cómo puede el humor
erosionar más eficazmente la hipocresía? ¿Cómo puede el anhelo de
belleza ayudar a convertir cada vida en una obra de arte? ¿Cómo
conseguir vivir en plenitud?
Zeldin nos invita a mantener
una conversación pausada y fecunda con el contenido de cada
capítulo. Porque, como sostiene el propio autor, el hallazgo de
vínculos insospechados entre individuos diferentes, entre opiniones
aparentemente incompatibles y entre el pasado y el presente
constituye uno de los primeros pasos en la senda que conduce a los
placeres ocultos.