Leonardo Padura acaba de recibir en España el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Un escritor frustrado
rememora un episodio de su vida ocurrido tres décadas antes. En una
playa cubana conoce a un enigmático hombre acompañado de
dos galgos rusos.
Después de entablar una progresiva amistad, este le contará una
historia confidencial cuyos protagonistas serán el político y
teórico revolucionario soviético León
Trotsky y su asesino Ramón
Mercader.
ARGUMENTO
El hilo narrativo nos lleva
hacia dos “herederos” puestos en esta historia. De un lado, la
víctima, León Trotsky; el personaje al que propios y extraños
mencionaban junto con Lenin, entre 1917 y 1923, como los dos líderes
más importantes de la revolución rusa. Del otro, el verdugo, Ramón
Mercader; un vástago de la burguesía catalana, hijo de una mujer
atormentada convertida a la fe que venía de Moscú y enamorado de
África de las Heras; una militante que ponía “la causa” por
encima de cualquier otra consideración. El autor, Leonardo Padura,
penetra en la hasta ahora somera biografía de este último
personaje; Ramón Mercader. Pero la trama tiene más hilos; el lector
se enfrenta a esta página clave de la historia del siglo XX, contada
desde la perspectiva de una revolución que sufrirá un proceso de
desnaturalización extrema en un país donde la tradición zarista y
oscurantista se reencarnará en una burocracia que –como tantas
veces sucede- travestida con los oropeles de la revolución, será
férreamente controlada por un personaje como Stalin, una de las
figuras más siniestras de la larga historia de la infamia. El autor
emprende este viaje con la perspectiva que permite el final del siglo
soviético y con la ayuda inexcusable de autores como Isaac
Deutscher; autor de una trilogía inacabada con retratos de Stalin,
de Trotsky, y un Lenin que no pudo acabar por su temprana muerte.
Los
lectores de Deutscher (1) lo sentimos respirar a lo largo de esta
evocación en la que se describen las luchas por el control de la
gran maquinaria estatal soviética y del movimiento comunista
internacional, cuyo aliento magnífico de los primeros años será
sustituido por la ascensión de una nueva tribu de “comunistas”,
cuya primera divisa será la obediencia ciega a una pirámide cuyo
centro incuestionable está en Moscú.
Pepe Gutiérrez-Álvarez FUNDACIÓN ANDREU NIN
Pepe Gutiérrez-Álvarez FUNDACIÓN ANDREU NIN