BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA
Que me disculpe la coincidencia por llamarla necedad.
Que me disculpe la necedad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco de un bolero.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada , por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma
jaula, inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica
porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas
y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.
Wislawa Szymborska nació en Polonia en 1923 y ha vivido siempre en la bella ciudad de Cracovia. Estudió literatura y sociología y en 1996 obtiene el Premio Nobel.
La Academia sueca señala que Szymborska ha sido calificada como el "Mozart de la poesía por la riqueza de su inspiración y sobre todo por la leve gracia con que ordena las palabras", pero también "que hay algo de la furia de un Beethoven en su actividad creadora"