Jaime Gil de Biedma (1929- 1990) se le adscribe a la Generación de
poetas de los 50.
De la poesía de Gil de Biedma siempre se destaca la expresión de la angustia que produce el inexorable discurrir del tiempo.
Uno de los mejores ejemplos de esta preocupación es este poema, “No volveré a ser joven”, que parece reducir la vida al proceso de envejecer y morir, perdiendo las ilusiones de la juventud a lo largo de la vida hasta llegar a una muerte que se percibe muy lejana cuando se es joven.
Uno de los mejores ejemplos de esta preocupación es este poema, “No volveré a ser joven”, que parece reducir la vida al proceso de envejecer y morir, perdiendo las ilusiones de la juventud a lo largo de la vida hasta llegar a una muerte que se percibe muy lejana cuando se es joven.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, era tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, era tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
El poema también ha sido musicado muchas veces y por muy diferentes autores, pero yo he escogido a Loquillo: